Tesoros de inspiración#223: Del temor a la fe

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Si recordamos el amor y el poder de nuestro Salvador, ningún temor puede paralizarnos.

Juan 20.19-22

A pesar de que sabían que la tumba estaba vacía, y aunque habían oído la sorprendente historia de María Magdalena, los discípulos estaban preocupados y con dudas. El Señor había prometido resucitar, es cierto; pero había muerto, tal como ellos habían visto morir a muchos otros. Así que el miedo se apoderó de ellos.

Pero Cristo tenía otros planes. Juan señaló que era “el primer día de la semana” (Jn 20.19), y así como la Palabra de Dios estuvo allí en la creación de todas las cosas (Jn 1.1), el Señor Jesús, el Verbo, apareció para una nueva creación. “Paz”, les dijo antes de mostrarles las heridas que ganaron su salvación (Jn 20.19, 20). Luego, de manera similar a como Dios sopló su Espíritu en el hombre al principio, Cristo infundió la vida del Espíritu en sus discípulos, cumpliendo la promesa que les haría de estar con ellos siempre.

La resurrección de Cristo significó una nueva creación (2 Co 5.17), una vida nueva y abundante en el Espíritu y un propósito renovado. Los discípulos fueron enviados a “hacer discípulos” y a enseñar a vivir como Él les había mandado (Mt 28.19, 20).

La misma promesa y el mismo propósito son nuestros. Si recordamos la promesa de su presencia, ningún temor podrá cerrar la puerta al Salvador, y ninguna amenaza de muerte podrá resistir su poder de resurrección.