Tesoros de inspiración#222: Deje que Dios haga su trabajo

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Filipenses 2:8–11 nos muestra como la humildad precede a la honra. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Si el deseo de Dios y Su plan han de ser realizados en nuestras vidas, debemos caminar en humildad. Es un requisito para nosotros pasar la prueba de la humildad. Tal y como vemos aquí, porque Jesús se humilló a sí mismo, Dios le exaltó hasta lo sumo. Y para ese entonces ningún demonio en el infierno podría hacer nada para prevenirlo.

Cuando Dios le promueve, ninguna persona, demonio, o sistema impío lo pueden detener. El poder enaltecido de Dios es irresistible. Es innegable e invencible.

Pero primero está un corazón humilde. Se ha dicho que ningún hombre camina más alto que cuando está de rodillas ante Dios. Humillémonos y seamos obedientes a Dios en cada área de nuestras vidas. Si nos humillamos, Dios nos exaltará. El trabajo de Dios es enaltecernos, y nuestro trabajo es humillarnos. Si intentamos hacer el trabajo de Dios, el tendrá que hacer el nuestro.