Reflexión#423: El Amor de Cristo

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… cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento.
Efesios 3:18-19

La anchura del amor de Cristo es tal, que puede abarcar a toda la humanidad: “Él se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Timoteo 2:6). Por eso, la oportunidad de ser acogido por ese amor está abierta para todo el que quiera. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda” (Juan 3:16).

La longitud del amor de Cristo se expresa en estas palabras: “Como había amado a los suyos… los amó hasta el fin” (Juan 13:1). Él dio hasta lo último, hasta su propia vida, por nosotros. También ahora, su amor nos sostiene a todo lo largo del camino, hasta que él nos introduzca en la casa del Padre. Así como Dios dijo: “Con amor eterno te he amado” (Jeremías 31:3), “el amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:8).

La profundidad del amor de Cristo es tal, que aun en el abismo de perdición a donde nos llevó el pecado, ese amor nos alcanzó. La muerte, consecuencia del pecado, es representada como “lo más profundo de la tierra” (Ezequiel 32:24); y Cristo mismo se bajó hasta allí (Efesios 4:9). Él dice: “He venido a abismos de aguas” (Salmo 69:2), pero de su amor dice: “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos” (Cantar de los Cantares 8:7).

La altura del amor de Cristo se ve en Efesios 4: 8: “Subiendo a lo alto… dio dones a los hombres”. Él fue exaltado hasta lo sumo, subió por encima de todos los cielos, pero no se olvidó de nosotros: “En las palmas de las manos te tengo esculpida” (Isaías 49:16). Y más aun: Él quiere compartir su gloria con nosotros; su amor no estará satisfecho hasta que estemos con él en esa misma altura (Juan 17:24).

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