Reflexión #206: Completamente en Sus Manos

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“Pedro subió a la azotea para orar.” (Hechos 10:9)

Es probable que haya subido a la azotea para pedir más revelación. ¿Cuál sería el
próximo paso en el cumplimiento de su misión en la vida? ¿Avanzaría la nube?
¿Estaría cerca algún nuevo desarrollo del patrón divino del cual él debiera estar
consciente para sí mismo? ¿Y para los demás?

Mientras oraba, los cielos se abrieron y Dios le dio una visión verdadera de
su voluntad. Entonces, estando él muy perplejo en cuanto al significado de la
visión, tocaron a la puerta y se oyeron en el silencio del mediodía las voces de
los hombres que lo llamaban. Junto con la certidumbre que le daba el Espíritu
de que no había necesidad de temer ni vacilar, todo indicaba que la hora del
destino había sonado; que una nueva época se inauguraba; y que él iba a dirigir
a la Iglesia hacia la revolución más grande que había conocido desde la ascen-
sión de su Señor.

¡Qué lección para nuestro corazón perplejo y ansioso! Se nos hace difícil
esperar el tiempo de nuestro Señor; como aves aprisionadas golpeamos nues-
tro pecho contra las rejas de la jaula. Aunque oramos, no confiamos. Se nos
hace difícil obedecer la amonestación de nuestro Señor de poner nuestra ansie-
dad, nuestro camino y ponernos nosotros mismos completamente en las
manos de Dios.