Reflexión #173: La Semejanza del Amor

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Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a
nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves
de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo
animal que se arrastra sobre la tierra. (Génesis 1:26)

¿Alguna vez ha pensado en cuán profundamente Dios le ama? Usted pudiera
pasar largo tiempo considerando eso y nunca penetrar en las profundidades de
cuán intensamente Él se interesa por usted. Sin embargo, una cosa es segura:
meditar en su amor transformará su vida.

Simplemente, piense en el hecho de que el Padre lo hizo a su imagen. Esa
fue una decisión intencional, tan importante que se repite cuatro veces en el re-
lato bíblico. Lo creó con un potencial inimaginable y una valía incuestionable;
con la capacidad de tener una relación personal profunda e íntima con Él. De
hecho, Dios quiere verter su vida en usted y obrar por medio de su persona de
maneras asombrosas, eternas. El deseo de Dios es que cuando las personas lo
vean a usted, le recuerden a Él (Mateo 5.16).
Así que, sin que importe cómo se sienta con respecto a sí mismo, abrace la
verdad: Dios le ama, anhela colmarle de su bondad y llamarle suyo (Isaías
43.1).

Señor, gracias por amarme. Ayúdame a conocerte mejor y a comprender lo que
significa reflejar tu semejanza. Amén.

En su presencia… comprenda que Él le formó con profundo amor.