Reflexión #151: Un Dios Celoso

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Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso. (Deuteronomio 4:24)

Sí, Dios es celoso – pero, sin pecar – como un padre que cela sus hijos porque no quiere que el mal les toque, y también como un esposo que no permite un tercero en esa relación tan estrecha. Dios exige ser el primero en nuestras vidas. Exige ser antes que tu cónyuge, antes que tus hijos, antes que tu amor, antes de todo.

El segundo lugar no le va – será el primero o…nada de importancia. Puedes pensar que esto no te conviene. Sí, es un precio alto pero también es la manera que puedas vivir tu vida plenamente y mejor. Parece difícil pero a la larga es más fácil. Porque cuando Él es primero, Él se encarga de todo y tú no tienes que estresarte ni preocuparte por nada porque Él abre un camino en tu vida y lo hace de la mejor manera.

De manera que ponerlo a Dios en primer lugar, fuera de ser un carga es un alivio y una alegría y un descanso porque uno puede estar confiadamente, sabiendo que Él se encarga de absolutamente todas las cosas y nos da siempre lo mejor y lo que más nos conviene. Además, le estamos dando permiso para que Él use nuestra vida como Él desea y Sus planes siempre son maravillosos y más allá de lo que jamás pudiéramos soñar.

Cuando Él ocupa el primer lugar, le permitimos moldearnos y cambiarnos y siempre el resultado es algo grandioso. Nos da poder para ser mucho más de lo pudiéramos imaginar. Recuerda cómo transformó la vida de unos simples pescadores. Dios jamás es autor de fracasos. Cuando le permitimos tomar el control de nuestra vida Él la lleva de triunfo en triunfo – siempre, sin lugar a duda. Lo que hace Dios, lo hace bien, siempre, y lo hace bien para todos. Tú no eres la excepción y si le permites tomar el primer lugar en tu vida, verás los grandes milagros que Él realizará.