Reflexión #130: Depender del Árbol

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“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, este
lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer.”
(Juan 15:5)

Un pámpano que no permanece en el árbol, se seca. Se seca porque no tiene
más la savia. Jesús es la vid. La savia es el Espíritu Santo. Cuando usted se ve
como ese pámpano que necesita la Savia y el Árbol para vivir, entiende que sin
Él nada puede hacer. Al darse cuenta de su condición de pámpano, de su condi-
ción de siervo, usted comienza a ver bajo otra perspectiva.

Sin Él, usted no puede hacer nada, no puede resolver nada, no puede sus-
tentar nada. Así, lo más importante es permanecer en Él, conectado al Tronco,
recibiendo la Savia que le da vida, para producir frutos. El pámpano no sobre-
vive solo. El pámpano no da frutos por sí mismo. El pámpano no es de una
especie diferente del Árbol. Solo logra dar frutos aquel que no insiste en ir a la
tierra para criar sus propias raíces, dependiendo de su propia fuerza. Para
permitirse ser injertado en esta Vid, es necesario soltar sus propias raíces y
confiar en el Árbol que le dará vida.

Usted depende única y exclusivamente del Árbol. Entonces, dará frutos. Fru-
tos de carácter, que muestran que usted y el Árbol son solo uno. Alimentado
por la Savia, el pámpano es capaz de dar frutos que alimenten a muchos. Él es
fuerte porque el Árbol es fuerte. Sus frutos son saludables porque el Árbol es
saludable. Tenga esto en mente a partir de hoy. Si usted es un pámpano, no de-
pende más de sí mismo. Depende del Árbol que lo sustenta. En vez de preocu-
parse por lo que usted tiene que hacer, preocúpese por permanecer en Jesús.
Porque sin Él, no puede hacer nada. No porque está prohibido, sino porque no
lo logrará.

Sea un pámpano de la Vid y no dependa más de sí mismo.

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