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“Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.” (Salmos 37:7)
Cuando surge una decisión difícil, la respuesta natural es examinar las consecuencias que puede esperar. Usted sopesa el grado de dificultad de la alternativa, su capacidad para manejarla, y si vale la pena el esfuerzo.
Todo eso está bien hasta que el Señor lo dirige a avanzar con fe absoluta. Cuando lo hace, usted puede esperar que los obstáculos parezcan mayores de lo que usted es capaz de manejar y que la derrota sea segura a menos que Él intervenga. Esa es la misma naturaleza de la fe: usted debe confiar en Dios antes que en sí mismo o sus recursos.
¿Es esta la decisión que enfrenta hoy? ¿Siente que el Padre lo está llamando a tomar una senda difícil? Recuerde que Dios tiene el mejor plan para usted y que cuando se somete a él, hay recompensas asombrosas que posiblemente no pueda vislumbrar.
Así que no se pierda lo mejor de Dios debido a lo que pueda o no percibir con respecto a su decisión. En lugar de ello, obedezca a Dios, deje a Él las consecuencias, y espere a que obre poderosamente a su favor.
Señor, te obedezco. Confío en tu plan para mi vida, y sé que tú nunca me guiarás a un descarrío. Amén.
En su presencia… confíe en Él para que le dirija.