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El Águila del Ala Cortada
Cierto día un hombre capturó a un águila, le cortó sus alas y la soltó en el corral junto con todas sus gallinas.
Apenada, el águila, quien fuera poderosa, bajaba la cabeza y pasaba sin comer: se sentía como una reina encarcelada.
Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla. Le arrancó las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo.
En respuesta el águila de sus alas, alzó vuelo, apresó a una liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador.
La vio una zorra y maliciosamente la mal aconsejaba diciéndole:
–No le lleves la liebre al que te liberó, sino al que te capturó; pues el que te liberó ya es bueno sin más estímulo. Procura más bien ablandar al otro, no vaya a atraparte de nuevo y te arranque completamente las alas.-
Siempre corresponde generosamente con tus bienhechores, y por prudencia mantente alejado de los malvados que insinúan hacer lo incorrecto.
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen. (Mateo 5:44)
Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen (Lucas 6:27)