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Palabra:
y no seas incrédulo, sino creyente. (Juan 20:27)
Tomás no estaba presente cuando Jesús se les apareció por primera vez a los discípulos, y también fue el que expresó las más grandes dudas en cuanto a la resurrección. Él declaró que no creería que Cristo había resucitado de los muertos a menos que tocara las manos y el costado de Jesús (Juan 20.25). Usted bien puede imaginarse la sorpresa y el bochorno que sintió cuando Jesús se le apareció. Sin embargo, lo que le sucedió a Tomás puede ser instructivo para usted hoy, en especial si Dios le ha hecho una promesa cuyo cumplimiento ha esperado por largo tiempo. Lo que usted crea en cuanto a Dios determinará su éxito o su fracaso.
Usted puede, como Tomás, exigir que el Señor le dé señales, pero cuando lo hace así, simplemente demuestra la debilidad e inmadurez de su fe. Sin embargo, Jesús dijo: «Bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (Juan 20.29). Si usted confía sin vacilar en que Él hará lo que dice, recibirá una gran bendición. No solo verá contestadas sus oraciones más preciadas, sino que también le glorificará y su fe crecerá.
Así que no se ponga en una situación embarazosa dudando de Dios. Confíe en que Él es poderoso, y ese día su fe se convertirá en vista.
Oración:
¡Señor, en efecto creo! Por favor, ayúdame a superar mi incredulidad y mantén fuerte y firme mi confianza en ti. En El Nombre de Jesús, Amén.