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“Deléitate asimismo en el SEÑOR, y Él te concederá las peticiones de tu corazón.”
(Salmos 37:4)
Este consejo fue revelado proféticamente por el salmista y rey David. ¿Qué más puede agradar al Señor sino una relación diaria, íntima y profunda con Él? Fue justamente con este objetivo, el de tener este tipo de relación, que Dios creó al ser humano.
Cuando desarrollamos esta relación con Él, nuestros deseos se acercan a Sus deseos. Andamos de acuerdo a Su voluntad y, por eso, tenemos la garantía de que nuestros deseos serán satisfechos. No los deseos del corazón perverso y carnal, sino los deseos de un corazón según el corazón de Dios. Los deseos del nuevo corazón.
Por eso, su prioridad debe ser buscar el Espíritu de Dios. Solo quien nace del Espíritu recibe un nuevo corazón; un corazón según el corazón de Dios; un corazón que siente los sentimientos de Dios; un corazón sediento por los perdidos…
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” (Ezequiel 36:26)
Para agradar a Dios, desarrolle una relación con Él a través del Espíritu Santo. Esta debe ser su prioridad.