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Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. (Juan 10:4)
Este es un trabajo bastante penoso para El Señor y para nosotros. Es penoso para nosotros el salir, pero es igualmente penoso para El, el tener que causarnos sufrimiento; no obstante, esto tiene que hacerse. No sería bueno para nuestro verdadero bienestar el permanecer siempre en una posición feliz y cómoda. El, por lo tanto, nos saca fuera. Al redil se le saca fuera para que las ovejas puedan ir de acá para allá por las montañas agradables. Los labradores tienen que ser empujados pqra la cosecha, de lo contrario el grano dorado se desperdiciaría.
Toma aliento. No puede ser mejor el permanecer donde estamos, cuando El decide otra cosa; y si la mano amorosa de nuestro Señor nos saca, debe ser para nuestro bien. Marcha adelante en Su nombre, hacia los pastos verdes, las aguas apacibles y las montañas elevadas. El va delante de ti. Cualquier cosa que nos espere, la encuentra El primero. El ojo de la fe, siempre puede discernir delante. Su presencia majestuosa, y cuando ella no puede verse, es peligroso el marchar hacia adelante. Ten el consuelo en tu corazón, de que el Salvador ha probado todas las experiencias por las cuales te pide que pases y no te hubiese pedido que las atravesases si no tuviese la seguridad de que no son demasiado difíciles para tus pies o demasiado penosas para tu fortaleza.
La vida Santa consiste, no en inquietarse por ver lo que hay demasiado lejos, no en preocuparse acerca del próximo paso, no en estar deseoso en escoger el camino, ni en cargarse con las responsabilidades del futuro, sino en seguir calladamente, paso a paso, detrás del Pastor.
Dios está en frente de nosotros. El está en el mañana. El mañana es lo que atemoriza a los hombres. Dios está allí. Todas las mañanas de nuestras vidas tienen que pasar por El, antes de que lleguen a nosotros.