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Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida. (1 Juan 5:16)
Ver a un hermano o hermana en Cristo desobedeciendo al Señor puede ser descorazonador. ¿Qué debe hacer uno con esos sentimientos de desilusión que llenan el corazón?
Primero, nunca permita que otra persona lo distraiga de su relación con Dios. Más bien, aférrese a la promesa de que Dios nunca le fallará, aunque otros le fallen.
Segundo, ore por esa persona con la esperanza de que se vuelva a Cristo. Si dicha persona ha hecho algo para lastimarle, perdónela y niéguese a sentir amargura.
Tercero, obtenga consuelo del Espíritu Santo. Cuando le aflijan asuntos que desagradan a Dios, recuerde que Él es su mayor fuente de estímulo y el único que redimirá la situación.
Ore también por la persona que le desilusionó y entréguesela al Señor. Su Salvador puede manejar la situación, de modo que no permita que se convierta en una piedra de tropiezo en su corazón.
En su presencia… confíe en Él para restaurar al creyente.