Y no halló la paloma donde sentar la planta de su pie, y volvió
a él al arca, porque las aguas estaban aún sobre la faz de
toda la tierra. Entonces él extendió su mano, y tomándola, la hizo
entrar consigo en el arca.Esperó aún otros siete días, y volvió a enviar
la paloma fuera del arca.Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde;
y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que
las aguas se habían retirado de sobre la tierra. (Génesis 8:9–11)
Dios sabe exactamente cuándo retener o cuándo darnos una señal visible de
aliento. ¡Qué hermoso es cuando confiamos en él en cualquier situación! Sin
embargo, cuando retiene la evidencia visible de que no nos ha olvidado. Él
quiere que seamos conscientes de que su Palabra —su promesa de acordarse
de nosotros— es más real y confiable que cualquier evidencia que nuestros
sentidos puedan revelar. Es bueno cuando él nos da una evidencia visible, pero
lo valoramos aun más después que hemos confiado en él sin ella. Y quienes se
sienten más inclinados a confiar en Dios sin evidencia alguna excepto su Pala-
bra siempre reciben la mayor cantidad de evidencia visible de su amor.
Las respuestas que no llegan no significan un rechazo. Muchas oraciones
llegan y quedan registradas, pero subyacen estas palabras: «Mi tiempo aún no
ha llegado». Dios tiene un tiempo prefijado y un propósito ordenado y él, que
controla los límites de nuestras vidas, también determina el tiempo de nuestra
liberación.