Reflexión #155: Con Todo En Contra

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“Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos de
ellos en la obra, y no será terminada. Ahora, pues, oh Dios, fortalece Tú mis
manos.” (Nehemías 6:9)

Cuando usted comienza a hacer algo grande, enseguida aparecen los pro-
fetas de la derrota. Ellos dan su opinión aun cuando no son llamados. Eso cu-
ando no se levantan situaciones para ponerle miedo y hacer que se detenga.

Usted empieza a sentirse presionado. Las voces que le dicen que no lo logrará,
que no aguantará, aumentan el volumen. En situaciones normales usted cede-
ría, dudaría, temería.

Sin embargo, hay una certeza quemando en su interior. La certeza de que
Dios tiene el control. Él fortalece sus manos y sabe que lo logrará. No existe
imposible. No hay barrera insuperable. Sus fuerzas se renuevan, se afirma más
a su objetivo y ahora es una cuestión de honra. Es vencer o vencer. Sabe que, si
obedece y sigue adelante, en breve los profetas de la derrota tendrán que
callarse. Tendrán que admitir que usted lo ha logrado. Y lo ha logrado porque
Dios estaba a su lado.

Por saber eso, usted no deja que esas palabras de derrota entren a su cora-
zón. No les presta atención. El intento de atemorizarlo solo muestra la desespe-
ración del enemigo. Es la propaganda de su victoria. Nadie patea al perro mu-
erto. Dios fortalece sus manos y usted se lanza. Avanza, sin miedo. La obra será
completada, quieran o no. Es cuestión de honra. Es vencer o vencer.
Y usted vence. Es el resultado inevitable de la fe.

Siga adelante y no les preste atención a las palabras de derrota.
No hay opción, es vencer o vencer.