“… no os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.”
(Lucas 12:22)
Existen personas que están constantemente en la iglesia y aún no recibieron la
respuesta a sus oraciones. Oran, ayunan, reciben oraciones y aun así continúan
con los mismos problemas. Piensan: “Dios me abandonó, pues ya oré tanto, ya
hice todo lo que tenía que hacer y aún continúo en la misma situación…” ¿Por qué
sucede esto?
Está escrito: “No os afanéis…” ¿Qué sucede cuando una persona tiene un pro-
blema o una gran aflicción y la respuesta tarda en llegar? La persona se pone ansi-
osa. La ansiedad es sinónimo de duda, de falta de fe. Una acción constante del mal
en la mente de la persona. Por eso, aunque ore, ayune o esté 24 horas en la iglesia,
continúa con el pensamiento fijo en el problema y, así, su fe se vuelve infructífera.
La duda es una característica de las tinieblas y la fe es la luz. ¿Qué comunión
puede haber entre las tinieblas y la luz? No sirve de nada demostrar fe si aún abri-
ga la duda en su corazón, pues esta neutraliza su fe. Prestarle atención a la duda es
prestarle atención a la palabra de Satanás.
Cuando ore, no se fije en su problema, entregue ese problema. Usted ya hizo lo
que tenía que hacer, ¿cómo espera alcanzar algo sin confiar? ¿Cómo espera ser
respondido sin creer? Mientras que esté pensando en su marido o en su hijo, ni
ellos ni usted recibirán algo. No se atemorice ni se preocupe. Esta es la solución
para cualquier tipo de problema.
Combata la ansiedad, esta neutraliza su fe.