Encuentros con Jesús 46 de 365: Calma en la tormenta

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Palabras de Jesús:

Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? (Marcos 4:39-40)

El capítulo 4 del Evangelio de Marcos trae una última enseñanza de Jesús, pero no se limitó a una parábola. Este pasaje del versículo 35 al 41 muestra la soberanía y la autoridad de un Dios que se hizo hombre y que, sin embargo, se revistió de poder y autoridad.

Al final de este día y de las muchas parábolas y enseñanzas, y cuando ya era tarde, Jesús llamó a sus discípulos para que subieran a una barca y pasaran a la otra orilla. Y sucedió que llegó una gran tormenta y la barca ya se estaba llenando de agua, pero Jesús estaba dormido.

Lo más interesante de este texto es la forma en que Jesús maneja esta situación. Cuando fue despertado por sus discípulos no se puso a racionalizar la situación en busca de formas de sacarlos, sino que reprendió al mar y a las olas, que se calmaron y callaron. Tal es esta autoridad, pues ¿cómo podrían obedecerle los vientos? Incluso a día de hoy es un misterio entender racionalmente tan poderosa autoridad. Sin embargo, podemos entender que en este mundo todas las cosas son espirituales y todo está bajo el poder y la autoridad de Dios.

Sin entender que todo es espiritual, no podemos comprender la actitud de Jesús al reprender esta tormenta. De hecho, todo es espiritual y nada es por casualidad. Cuando tenemos los ojos abiertos a las cosas espirituales nos asusta la realidad desnuda que existe entre la tierra y el cielo. Y sin entrar en ningún mérito, debemos entender que Jesús tiene y tuvo autoridad para reprender aquella tormenta, pues pronto se produjo una gran calma.

No se trata de “espiritualizar” las cosas ordinarias de la vida, sino de tener discernimiento y comprensión de lo que es espiritual. Para tener este discernimiento debemos estar siempre en oración y en contacto con Dios y el Espíritu Santo. Sólo a través de Dios tendremos la claridad y la fe para reprender la tormenta, pero no sólo la tormenta sino también todas las castas y hordas espirituales. Jesús no sólo reprendió al viento, sino a todas las fuerzas espirituales que se levantaron para arrebatarle la vida a él y a sus discípulos en ese momento.

Por último, este texto nos muestra que la enseñanza de Jesús a través de las parábolas no es mera teoría, sino práctica viva. Nunca entenderemos las palabras de Jesús si no vivimos las tormentas y las luchas de la vida. Primero Jesús enseña, luego vendrán los vientos y las tormentas para probarnos. En este tiempo, debemos practicar lo que se nos ha enseñado para permanecer con fe y discernimiento y así salir victoriosos en todas las cosas. Así se completa el ciclo: primero la enseñanza, luego la práctica y la vivencia de un La Palabra del Señor que es espíritu y es vida.

Oración:

Señor, sé que tú eres mi pastor, que cuida de mí. Quiero aprender a reconocer cuando Tú me hablas. Por favor, ayúdame a escuchar Tu palabra y a obedecerte, y también a servirte en todo aquello que haga. Muéstrame cómo debo vivir y dame la fuerza para seguir superando las tormentas que lleguen a mi, siempre con Tu ayuda y Tu fuerza. En El Nombre de Jesús. Amén

Referencias Cruzadas de la Palabra de Cristo de Hoy:

Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:20)

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