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Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza. (Romanos 5:2-4)
O sea, de la misma forma como debemos alegrarnos en la esperanza de la gloria de Dios, también debemos alegrarnos en los problemas cotidianos. Son estos los que nos enseñan, en la práctica, la paciencia, las pruebas de la fe y a conservar nuestra esperanza. Esto significa la materialización de la fe sobrenatural.
Son los desiertos los que maduran y preparan a los siervos de Dios. Si Jesús tuvo que ser llevado al desierto por el Espíritu Santo para ser preparado, ¿cómo habremos de evitarlo nosotros? La fe no es solo una herramienta de conquistas gloriosas, sino también de defensa en las dificultades.
Cuando esté en el desierto, aproveche para ejercitar su fe.