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“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” (Gálatas 6:9)
Las necesidades diarias desvían nuestros ojos hacia nuestro propio ombligo. Lo que le interesa hoy al hombre son sus cuentas, sus problemas, su vida, su familia, su futuro, sus sueños, su dolor, su interés, lo suyo, lo suyo, lo suyo…
La generosidad con una fecha de vencimiento o dada sin un verdadero corazón abierto no es generosidad. No nos cansemos de hacer el bien. No importa si somos correspondidos o no, si somos comprendidos o no. La Palabra de Dios dice que segaremos. Si no desistimos, cosecharemos lo que hemos sembrado. En otra ocasión, dice: “El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado.” (Proverbios 11:25) Es decir, quien da, recibe.
Si usted quiere prosperar, debe ser generoso. Si quiere matar su sed, debe darle de beber a alguien. Si quiere amor, debe amar. Si quiere atención, debe dar atención. Usted no recibirá lo que no dé. Es una ley fija de Dios. La naturaleza funciona así. Quien siembra, cosecha. Y usted solo cosecha lo que siembra.
Siembre lo que quiera cosechar.