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“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” (Santiago 1:6-8)
Las preocupaciones, las ansiedades, los miedos, son sentimientos generados por las dudas. Cualquiera de estos es capaz de trabar o atrasar un proyecto personal. El Espíritu Santo ha estado conmigo, sin embargo, en mis cincuenta años de convertido, nunca conseguí Su ayuda mientras que manifesté preocupación, ansiedad o miedo. Esas son señales claras de dudas. Y el que duda es como las ondas del mar, jamás se afirma. La Palabra de Dios es bien clara: si usted quiere alcanzar algo de Dios, manténgase firme, no dudando nada. Es necesario mantener la firmeza de fe, pues la respuesta depende de su seguridad y confianza en Él.
La reacción de Dios depende de la acción de la fe. Es decir, depende de la segu- ridad de que Él hará lo que prometió que haría, según Su voluntad. No sirve ser religioso, caritativo, fiel y fervoroso en algunas cosas, si no se despoja de las pre- ocupaciones, de las ansiedades o del miedo de no lograr otras. Pero, ¿cómo despojarse de esos sentimientos? ¿Cómo alcanzar esa firmeza de fe? Es simple: con actitud.
Cuando haga su oración hoy, luche contra sus dudas y elija creer. Sí, creer es una decisión.
Decida creer y mantenerse firme en su fe. Camine, a partir de hoy, por la fe y vea los resultados.