Encuentros con Jesús 39 de 365: El Agua que salva

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Palabras de Jesús:

“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. (Juan 7:38)

Cuando creemos en el Señor, y le invitamos a formar parte de nuestras vidas, recibimos al Espíritu Santo que empieza a transformar nuestro carácter y a influir en nuestras actitudes. Abandonamos la vieja naturaleza pecaminosa, comenzamos a dar buen testimonio del Señor, y todo esto promueve la paz y la alegría en nuestros corazones. La boca habla de lo que está lleno el corazón, así que si tu palabra es amarga, sin esperanza, sin alegría, y no edifica al prójimo, significa que necesitas buscar la intimidad con el Espíritu, y enderezar tus caminos, para que fluyan por ti ríos de agua viva del Señor.

Porque la realidad es que cuando actuamos por fe y creemos que Dios está con nosotros, pueden venir luchas, tempestades espirituales, aparentes fracasos, o cualquier otra cosa que se empecine en desalentarnos, pero ellas no frenarán nuestro avance, porque estaremos seguros que en el Señor obtendremos la fortaleza para sobreponernos a tales obstáculos.

Recuerda, sólo a través de Dios los imposibles se hacen cotidianos y Los milagros son alcanzados. Creyendo de corazón en Él, será posible que en nuestro interior, corra el río de agua viva que puede renovarnos, sanarnos y salvarnos.

Oración:

Señor, que tu voluntad me acompañe para activar mi fe y utilizar mis dones en tu propósito, de forma que el manantial de agua viva y verdadera que solo Tú puedes hacer fluir, penetre en mi corazón y en mi espíritu, para poder servirte de la manera en que Tu lo mereces y lo esperas. Y que de todo ello Padre, logre que mi confianza en Ti se fortalezca para abrirme a lo maravilloso de tus maneras, a la perfección de tu obra, y a lo compasivo de tu amor. En El Nombre de Jesús, Amén.

Referencias Cruzadas de la Palabra de Cristo de Hoy:

Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4:14)

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