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Palabra:
Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos. Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, Porque con ellos me has vivificado. (Salmos 119:89,93)
Las palabras de la gente pueden ejercer un efecto profundo en su vida. Pueden edificarle o herirle grandemente. En realidad, usted tal vez esté pensando en estos momentos en algo que alguien dijo, considerando sus comentarios y preguntándose qué hizo para merecerlos.
Sin embargo, permita que esta verdad penetre profundamente en su corazón: sin importar lo que alguien diga, sea bueno o malo, nunca será tan importante ni preciso como lo que la Palabra de Dios dice en cuanto a usted. Solo las Escrituras testifican sobre el carácter de Dios a través de toda la historia y cómo Él —el único Juez verdadero de vivos y muertos— le ve a usted.
Por medio de las páginas de la Palabra de Dios usted conoce mejor al Padre celestial, entiende su salvación, fortalece su fe, halla su identidad y descubre los principios para una vida exitosa, y aprende cómo llevar a otros al Salvador.
Es por eso que no hay nada más importante que meditar en las Escrituras. De modo que concédale a la Palabra de Dios más importancia que a cualquier otra persona y permita que el Señor instile vida en usted a través de ella.
Oración:
Señor, tu Palabra es vida. Plántala hondo en mi corazón a fin de que tu vida pueda florecer en mí. En El Nombre de Jesús, Amén.