“Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la
cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pron-
to.” (Hechos 12:7)
Si tememos al Señor podemos anticipar intervenciones oportunas cuando nuestro
caso esté en su momento peor. Las tormentas no nos aíslan de los ángeles, ni los
estorba la oscuridad. Los serafines no consideran una humillación visitar al miem-
bro más pobre de la familia celestial. Si las visitas de los ángeles son pocas y dis-
tantes durante tiempos normales, serán frecuentes en nuestras noches de tem-
pestad y turbación. Querido lector, ¿es ésta una hora de angustia para usted?
Entonces pida ayuda especial. Jesús es el Ángel del Pacto y si su presencia se
busca ahora con intensidad, no será negada. Lo que esa presencia trae es ánimo al
corazón.
Si la luz del sol se oculta
Y vacila en mí la fe,
Mi plegaria elevo y clamo:
¡Cristo, mi piloto sé!
Mi Piloto irá conmigo
Y de nada temeré;
No me espanta el mar furioso,
Sólo en Él yo confiaré.