Reflexión #258: La Furia de La Fe

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“Ah, señor mío, si el SEÑOR está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo
esto? ¿Y dónde están todas Sus maravillas, que nuestros padres nos han contado,
diciendo: ‘No nos sacó el SEÑOR de Egipto’? Y ahora el SEÑOR nos ha
desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas.”
(Jueces 6:13)

Israel era el retrato del fracaso. Su pavor del enemigo lo hizo morar en cavernas
y abrigos en los montes. Al poco tiempo de paz, sembraba. Pero, en la cosecha, los
enemigos venían con todo. Como langostas, destruían toda la cosecha. No hubo
alternativa para Israel sino clamar al Dios de sus padres. Y el Altísimo escogió a
Gedeón para liberar a Sus primicias.

Es interesante observar el criterio usado por el Señor para escoger a Sus sier-
vos. Gedeón era el hombre más indignado de Israel. Su odio hacia los enemigos
generó la indignación. (No debemos odiar a las personas, sino a los espíritus
inmundos que las han usado. Gedeón no tenía tal discernimiento). Pero no sabía
cómo sacarle provecho a esa indignación, cómo usar esa energía. Fue allí que el
Ángel del Señor se le apareció y le dio una palabra.

Al oír del Ángel que el Señor estaba con él, inmediatamente, mostrando su
indignación, le respondió: “Ah, señor mío, si el SEÑOR está con nosotros, ¿por qué
nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas Sus maravillas, que nuestros
padres nos han contado, diciendo: ‘No nos sacó el SEÑOR de Egipto’?” En vez de
ser reprendido por su audacia, el Ángel le confirmó su llamada: “Y mirándole el
SEÑOR, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas.
¿No te envío Yo?” (Jueces 6:14).

Es decir: la furia de Gedeón era su fuerza.

El Señor ha permitido que se levanten los enemigos para que la furia de nuestra
fe se manifieste. Así, Él puede enviarnos a la victoria.