Reflexión #257: Escuchar Atentamente

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Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el
día de la tentación en el desierto. (Hebreos 3:7-8)

Escuchar a Dios atentamente quiere decir estar dispuestos a oír cualquier cosa que
Él tenga que decirnos. Ya sea que quiera corregirle o consolarle, reprenderle o afir-
marle, es importante que usted se concentre en Él de todo corazón.
Hacer esto no siempre es fácil. Usted tal vez esté buscando una palabra de
aliento de parte de Dios cuando más bien Él le da una palabra de amonestación.
Pero tenga cuidado: si no está dispuesto a oír lo que Él tiene que decirle, su cora-
zón se endurecerá al Espíritu de Dios y su necesidad de disciplina con toda proba-
bilidad aumentará.

Por consiguiente, al escuchar al Padre celestial, dependiendo humildemente del
Espíritu Santo, no se sorprenda cuando Él traiga a su mente asuntos de su vida
que debe cambiar. No se ponga a escoger y seleccionar lo que quiere oír. Escú-
chelo y obedézcalo; Él está revelándole estos asuntos para su beneficio y sanidad.
Negarse a oír sus advertencias puede llevarle a la ruina.

El Salvador siempre le habla para su bien. Así que acepte lo que sea que le diga,
tanto lo positivo como lo negativo, confiando en que Él tiene en mente una meta
positiva.

Señor, abre mis oídos para que pueda oír tanto tu consuelo como tu corrección.
Amén.

En su presencia… escuche todo lo que Él tiene que decirle.