Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)
¿Hay alguna dificultad en su vida que se niega a desaparecer haga lo que haga?
Tal vez usted no lo entienda en el momento, y eso está bien. No es necesario
que comprenda sus circunstancias, o por qué le afectan como lo hacen. Más
bien, lo importante es que honre al Señor en medio de ellas.
La clave para mantener su esperanza al atravesar la adversidad se halla en
una verdad fundamental: Dios es absolutamente soberano (Salmos 103.19). Y de-
bido a que Él es Señor sobre toda la creación, usted puede saber con certeza
que obrará para su beneficio mediante todo lo que ocurre en su vida. Tal como
lo oye: todo. Sólo le sucederá aquello que, de alguna manera, lo refine o edi-
fique a la larga.
Por consiguiente, el curso más sabio de acción cuando surgen las pruebas
es preguntar: «Padre, ¿qué quieres que aprenda?». Escúchelo. Confíe en Él.
Obedézcale. Y resista con confianza, sabiendo que a la larga verá como Él ha
obrado en todo detalle para bendecirlo.
Padre, gracias porque algo bueno resultará de esta adversidad. Enséñame,
Señor; estoy listo para aprender.
En su presencia… confíe en que hay un buen propósito para lo que está
enfrentando.