Reflexión #189: Una Relación Profunda

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El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad
a los oprimidos. (Lucas 4:8)

Hay muchos aspectos de su persona —sus decisiones, historia o circuns-
tancias— que son difíciles de encarar. De hecho, pueden ser tan dolorosos que
simplemente quiera borrarlos de su mente. Preferiría que nadie supiera al res-
pecto… especialmente Dios.

Sin embargo, al Padre celestial no le sorprenden ni le producen repulsión
sus heridas, temores y fracasos más profundos. Él sabe todo al respecto, y su
respuesta es buscarle y sanarle por completo. Por eso envió a Cristo para sal-
varle (Romanos 5.8).

Por eso también le invita a tener una relación íntima con Él: una comunión
que va mucho más allá de lo que usted ve, toca o siente. Él desea que encuentre
su presencia en las profundidades de su persona, donde la verdadera libertad y
la sanidad tienen lugar. Así que no tenga miedo de ser sincero con Él, porque
esa es la senda que conduce a una paz y fortaleza genuinas.

Padre, estoy muy agradecido porque cuando ves mis caídas, deseas sanarme
con compasión. Gracias por ayudarme a andar en tu libertad. Amén.

En su presencia… usted es aceptado, liberado y fortalecido.